lunes, 23 de julio de 2012

COMPAÑERISMO
Se utiliza el término compañerismo para asignar a un tipo de relación o vínculo que se establece entre compañeros y que tiene como características principales las actitudes de bondad, respeto y confianza entre los miembros que son parte de ella. El compañerismo es especialmente característico de cierto tipo de vínculos como por ejemplo las relaciones fraternales, las relaciones de camaradas laborales, los compañeros escolares, etc.


Para entender mejor el término compañerismo es necesario definir lo que es un compañero. En este sentido podemos alegar que un compañero es aquella persona con la que uno comparte determinadas situaciones, vivencias y sentimientos en uno o varios momentos de su vida. A lo largo de la historia de cada individuo pueden aparecer numerosos compañeros que están en determinados lugares o espacios y con los cuales se establecen diferentes tipos de compañerismo.
El compañerismo es un fenómeno tan importante para la vida comunitaria que es posible encontrarlo no sólo en los seres humanos si no también en muchas especies animales que viven en manada y que se necesitan entre sí para poder subsistir mejor en determinados medios.
Para que existan los lazos de compañerismo, es necesario que aquellos seres que lo reproducen tengan como objetivo primordial la defensa y el mantenimiento del bienestar de sus pares, de sus compañeros. Si bien hay muchas relaciones en las que un individuo puede estar interesado en el bienestar de otro, no siempre esto implica compañerismo ya que este último implica además una total y completa entrega, además de una actitud desinteresada, constante y profundamente solidaria. El compañerismo es aquello que une a personas que no pueden tener ningún vínculo sanguíneo pero que comparten tan profundamente algunas formas de pensar o sentir que pasan a considerarse directamente ‘hermanos del alma’.

El compañerismo es uno de los valores que la sociedad actual ha perdido en gran parte en comparación con otras épocas anteriores. Esto se debe especialmente a que hoy en día estamos inmersos en una sociedad en la cual los valores individualistas, materiales y altamente egocéntricos son considerados como representación del triunfo y del poder.
EL ESFUERZO


EL ESFUERZO Y TÚ

¿Cómo avanzar con pasos más firmes en ese proyecto de superación? Hay varias estrategias clave. Una de ellas es la perseverancia, que consiste en sostener tu esfuerzo todo el tiempo, sin importar que a veces las cosas no salgan como esperas ni el cansancio que experimentes. También te ayuda la disciplina, o capacidad de conservar claras tus metas y organizar mejor tus esfuerzos para que te lleven hasta el fin que buscas, como un triunfo deportivo o una buena nota en tu trabajo. El conjunto se completa con la laboriosidad, tu dedicación a las tareas que te corresponden con cariño, tiempo y entrega.

A veces lo más difícil es comenzar, pero cuando pasa el tiempo y alcanzas a ver los frutos del esfuerzo (tu éxito en la escuela, en la práctica de un deporte o el bienestar de tu familia) verás que cada acción trae una recompensa: tu desarrollo como persona.

El antivalor y sus riesgos
 
Una persona incapaz de esforzarse jamás logra realizar sus sueños y vive sujeta a aquello que la vida le da. Corre el riesgo de llevar una existencia de carencias y limitaciones en todos los aspectos.

La sinceridad

Sinceridad no es algo que debemos esperar de los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza…
Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto parece muy sencillo, pero muchas veces cuesta más de lo que se cree. Se utilizan las ‘’mentiras piadosas’’ para ocultar cualquier cosa que para nosotros es una tontería, pero que en realidad a la persona que mientes haces daño, y esta pequeña mentira que en un principio nos es nada se va haciendo más y más grande hasta que la verdad se acaba sabiendo y sorprendiendo a quien mientes.
La sinceridad no sólo se ve en las palabras, sino que también se demuestra por medio de nuestras actitudes.
Cuando se aparenta lo que no somos (en la edad, trabajo, amistad…) se tiende a aparentar lo que no se es (más joven, inteligente, educados…) Si se descubre la gran mentira que nos han hecho creer se nos viene a la memoria el refrán: ‘’Dime de qué presumes… y te diré de qué careces’’ y entonces se produce una gran desilusión ya que se pierden las esperanzas de lo que la persona no es en realidad.
También indicar que ‘’decir’’ siempre la verdad con palabras es una parte de la sinceridad, pero también hay que ‘’actuar’’ acorde con la verdad.
Para ser sincero se necesita tener mucho ‘’tacto’’ y esto significa que cuando debemos decirle a una persona la verdad de lo que pensamos y esta verdad la incómoda debemos utilizar las palabras, las expresiones correctas ya que el primer propósito es ‘’ayudar’’ a esa persona, y esto es necesario para que la persona escuché y vea que lo que se la dice va con buenas intenciones y sin ánimo de ofenderla.
La sinceridad también requiere valor ya que a la hora de decir la verdad a un amigo o a una amiga por ejemplo, el no decir la verdad no se puede justificar con no decirlo con el perder una buena amistad o por el concepto que se tiene de la persona.
La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Ya que vernos sorprendidos mientras mentimos es más vergonzoso aún.
Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos y nuestras palabras.
A medida que nos vamos haciendo más mayores, la sinceridad debe ir en aumento y debe convertirse en un elemento básico para vivir nuestra vida con auténtica plenitud y sinceridad.
Cuento
EL GRAN VALOR DE LA SINCERIDAD
El en palacio de Rubilandia había un ladrón de rubíes.
Nadie sabía quién era, y a todos tenía tan engañados el ladrón, que lo único que se sabía de él era que vivía en palacio, y que en palacio debía tener ocultas las joyas.
Decidido el rey a descubrir quién era, pidió ayuda a un enano sabio, famoso por su inteligencia. Estuvo el enano algunos días por allí, mirando y escuchando, hasta que se volvió a producir un robo. A la mañana siguiente el sabio hizo reunir a todos los habitantes del palacio en una misma sala. Tras inspeccionarlos a todos durante la mañana y el almuerzo sin decir palabra, el enano comenzó a preguntar a todos, uno por uno, qué sabían de las joyas robadas.
Una vez más, nadie parecía haber sido el ladrón. Pero de pronto, uno de los jardineros comenzó a toser, a retorcerse y a quejarse, y finalmente cayó al suelo.
El enano, con una sonrisa malvada, explicó entonces que la comida que acababan de tomar estaba envenenada, y que el único antídoto para aquel veneno estaba escondido dentro del rubí que había desaparecido esa noche. Y explicó cómo él mismo había cambiado los rubíes auténticos por unos falsos pocos días antes, y cómo esperaba que sólo el ladrón salvara su vida, si es que era especialmente rápido...
Las toses y quejidos se extendieron a otras personas, y el terror se apoderó de todos los presentes. De todos, menos de uno. Un lacayo que al sentir los primeros dolores no tardó en salir corriendo hacia el escondite en que guardaba las joyas, de donde tomó el último rubí. Efectivamente, pudo abrirlo y beber el extraño líquido que contenía en su interior, salvando su vida.
O eso creía él, porque el jardinero era uno de los ayudantes del enano, y el veneno no era más que un jarabe preparado por el pequeño investigador para provocar unos fuertes dolores durante un rato, pero nada más. Y el lacayo así descubierto fue detenido por los guardias y llevado inmediatamente ante la justicia.
El rey, agradecido, premió generosamente a su sabio consejero, y cuando le preguntó cuál era su secreto, sonrió diciendo:
- Yo sólo trato de conseguir que quien conoce la verdad, la de a conocer.
- ¿Y quién lo sabía? si el ladrón había engañado a todos...
- No, majestad, a todos no. Cualquiera puede engañar a todo el mundo, pero nadie puede engañarse a sí mismo.


miércoles, 18 de julio de 2012

HUMILDAD

El valor de la HUMILDAD. Reconocemos a quienes tienen
mucho y conservan su SENCILLEZ y CALIDAD HUMANA.
A quienes son jefes y dirigen no por el PODER que tienen,
sino por AUTORIDAD.
Esa gran diferencia entre hacer que la gente haga lo que
tiene que hacer porque lo mando yo a que la gente haga lo
que debe de hacer porque están convencidos y por la
autoridad que se han ganado. Quiero compartir con ustedes
una historia que a mi en lo particular me conmovió mucho y
se relaciona con éste gran valor llamado HUMILDAD.
Es común que la palabra “HUMILDAD” sea asociada con “pobreza”… lejos está eso de la realidad. Por lo contrario, la HUMILDAD engrandece a quien la practica, porque permite conocerse realmente, encontrar las propias virtudes, capacidades, fortalezas… y también las limitaciones; de la misma manera, una persona humilde encontrará lo bueno en las demás personas y será libre para reconocerles.
Aquellas personas que sean capaces de conocerse, sabrán que no son más y tampoco menos que los demás, que todos podemos destacar en alguna cualidad específica y aprender de los demás.
En esa conciencia y convicción, la persona HUMILDE será capaz de reconocer cuando se equivoca, sin sentir que por ello pierde valor o autoridad, podrá también perdonar las fallas en los demás y será libre para servir, para dar un abrazo, sonreir y amar.


LA IGUALDAD
El valor de la igualdad es aquel que todos los seres humanos deberíamos de tener para no discriminar o ser discriminados, ya que todos tenemos derecho a ser reconocidos como iguales ante la sociedad y ante la ley y por lo tanto disfrutar y gozar de todos los derechos que se nos otorgan, sin importar nuestro origen nacional, raza, creencias religiosas, sexo u orientación sexual.
Algunos ejemplos de igualdad podrían ser:
- Tanto ricos como pobres tengan educación de alta calidad por igual.
- Las mujeres al igual que los hombres pueden ocupar altos cargos en empresas o en el gobierno.
- Las personas que tengan alguna discapacidad mental o motriz o que padezcan de alguna enfermedad contagiosa o terminal, cuenten con las mismas oportunidades laborales, de educacion y de seguridad social.
- Las personas de la tercera edad, no se debe de discriminar en el aspecto laboral ya que al igual que los jóvenes poseen conocimientos y experiencia.
- A las personas de distinta raza o de los pueblos mas pobres de un país, no se les debe de explotar laboralmente solo por ser de otro color u otras costumbres, así como se les debe de permitir disfrutar de los servicios de educacion, diversión, y servicios médicos al igual que los demas habitantes.
- Todos debemos de tener una igualdad de justicia, sin importar si se es rico o pobre.
- Los hombres y las mujeres al formar una familia deben de tener por igual los mismos derechos y obligaciones por igual en una familia.